Las visitas al súper son actividades abrumadoramente mundanas pero totalmente folklóricas. La cultura del supermercado es, por mucho, algo que no entiendo y que usualmente me asusta. Siendo muy analíticos podriamos percibir al supermercado como un santuario del capitalismo, pero yo lo considero como un microuniverso del WTF (del inglés “What the fuck” - ¿Qué carajos?).
No, no soy un fanático del supermercado, probablemente jamás lo seré. Los únicos momentos absolutamente gratos son cuando Bakers y yo vamos a buscar ingredientes para nuestras bebidas (como el world famous APAGATELES) o kilos de carne y tocino para nuestras pizzaburguesas. El resto del tiempo el supermercado está lleno de fail (y carritos pegajosos).
A pesar de que ir al supermercado no es nada del otro mundo, hay millones de permutaciones posibles en el eventual resultado de un viaje a la comer. Claro todo puede salir bien, conseguir tus artículos en una promoción de “al 3 x 2” o la cuchara pegada al empaque de yogurt, no tener que formarte al querer pagar, tener buen lugar de estacionamiento, etc. Pero también puede convertirse en un periodo terrible. - ¿Quién no odia tener que estar formado detrás de alguien cuya tarjeta de crédito no pasa (después de haber estado formado ya unos 40 minutos leyendo las revistas de chismes que están a la mano)?
El cosmos del supermercado abarca todo tipo de comportamientos y personas, casi tan variados como los artículos que se venden en estos lugares (¡y a qué precios!), y aunque técnicamente dentro de sus puertas solo está una pequeña muestra poblacional, las personalidades se muestran amplificadas en todos sus tratos: El supermercado llega a sacar lo peor de las personas (y eso que no estamos hablando de las baratas en Bershka).
Están por supuesto las chicas que se arreglan para ligar en el supermercado (y algunos tipejos también, gross), por que el Wal-Mart es el equivalente a un antro. La descomunal cantidad de chicas que regalan comida y ofrecen la mejor comida para perro (o chicas disfrazadas de payaso que dicen “Whoopa Bimbo!”). Está el invariable tráfico congestionado de carritos entre las tortillas y panes (de solamente metro y medio de ancho). La gente que deja los restos de la prueba del betún que le regalaron en el pasillo anterior sobre los quesos, y otras personas agarrando el pan dulce con la mano (bienvenida influenza). Pero si hay algo que detesto es la gente que no entiende el contrato social que gira en torno al carrito.
Oh si, hay un contrato social tácito cuando uno entra al super y necesita usar el carrito para cargar su mercancía, que va mas allá del mandamiento “No golpearás los tobillos de los demás” (muy importante por cierto). Hay cosas muy obvias como “No robarás del carrito del prójimo”, pero hay detalles más sutiles que es importante respetar. “No estacionarás tu carrito en donde estorbe a tus hermanos” suena como algo suficientemente lógico, mas es impresionante la cantidad de gente que, para colmo, se estaciona en doble fila. “No te detendrás a leer tu lista de proviciones en un pasillo altamente transitado (idiota)” o “Dos carros no pueden acaparar el flujo direccional de un solo pasillo, el tránsito funciona como las calles, mamaguevo. Avanza en fila.” También hay otros tantos como, “No dejes el frutsi en el carrito después de que lo bebiste, otras personas lo econtraran pegajoso”.
La acción más importante de todas es quizás un concepto muy difícil de comprender, pero que se extrapola en una verdad escalofriante. Plantearé el problema de esta forma: Dos carros se mueven en direcciones opuestas, acercándose uno al otro a una velocidad constante de 3km/h. Si los carros no cambian de dirección habrá una colisión (que romperá los huevos Bachoco en ambos carros). ¿Qué se debe hacer?
La respuesta es sorpresivamente sencilla: Tomar una elección. Es solamente eso, PUNTO. Hay tanta gente que continua moviéndose, con el rostro perdido, esperando a que sea el otro el que se mueva o sea el otro el que se detenga. O peor aún, uno toma la decisión de hacerse a un lado para que el otro tenga espacio de avanzar, pero el otro sujeto sigue hacia adelante, sin tomarse la molestia de evitar una colisión. ¿Qué dice esto de nuestra gente? Al parecer que son unos parias mediocres sin capacidad para elegir.
Así que tú… ¿Vas al súper o al fracaso?
Yo voy por un Apagateles, buenas noches.
jjajajajaja ademas la revistas estan todas cochinas... y pegajosas x culpa de los carritos pegajosos... ewwwww
ReplyDeletey si las mujeres nos volvemos monstruos en bershka... es peligroso, muy peligroso que un ser humano normal y racional se acerque a esa tienda n temporada de rebajas... solo nosotras locas podemos enfrentar el arrebatarse las blusitas como si no hubiera un mañana
jajajajajaja contrato social en torno al carrito jajajajajajajajajajajajaja deberia escribir los 10 mandamientos del carrito dle supermercado y venderlo en cajas de la comer, asi todo el mundo lo conoceria
jajajajaja toda una aventira el ir a la comer... :S
Y no olvidar la regla que dice "No estornudar sin taparse en la zona de panadería" (hay muchos MUCHOS que olvidan esa regla)
ReplyDeletePor eso agarro el pan de hasta atras, que está tapado con otros panes... de preferencia ya envuelto, porque siempre tengo en mente a los cochinones que no respetan los contratos sociales
Oh! Ir al súper parece toda una aventura peligrosa. No, no quiero.
ReplyDeleteInstrucciones para el no-fracaso :)
(Myy divertida)
Yo eh robado el carrito del projimo !!! XD
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